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Días salados

  • Yess
  • 7 abr 2016
  • 2 Min. de lectura

Estoy segura que todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido días salados, justo cuando decimos: “aggg hoy me levanté con el pie izquierdo”. Son esos momentos en que cualquier cosa extraña y poco agradable puede sucedernos, incluso pueden ser muchas cosas.


Ilustración de Sara Herranz

Hoy precisamente les voy a contar lo que me sucedió esta semana y créanme que fue mucho más que un ‘día salado’. Ese día, no supe exactamente con cual pie me levanté, lo que si supe fue con cual me caí.


Precisamente ese día, el viernes primero de abril cumple años mi mamá, de modo que decidí “volarme” un rato de la universidad y aprovechar para visitarla súper rápido.


El día anterior compré una torta y muy a las 4 y 30 de la mañana me alisté para recoger a mi amigo, quien me acompañaría, y que además a partir de ahora lo llamaremos ‘Iván el de malas’.


Como mis padres viven en el campo, a dos horas de Neiva aproximadamente decidimos salir a las 5 de la mañana para llegar bien temprano. Ya cuando eran las 6 estábamos en Palermo. Siempre que viajo, así sea corto me siento emocionada y a la vez nerviosa.


El camino lo íbamos a recorrer en motocicleta y teniendo en cuenta el clima, nos fuimos bien abrigaditos: botas, Jeans, chaqueta… cuando estábamos cruzando el pueblo se apareció una camioneta muy distraída que no miraba la carretera sino las nubes y ¡¡ups!! No nos vio.


Cuando me di cuenta, estaba entre el suelo y la moto, mi amigo a un lado de la carretera y el ponqué… pues ese ni siquiera sabía dónde estaba. Justo en ese momento entré en shock y lloraba como una loca, se me ocurría que mis huesos podrían no haber quedado en su lugar, pero solo era cuestión del susto.


Al intentar moverme NO PUDE, y ahí sí que me asusté. Pero nunca falta la gente en los alrededores y un alguien me sacó y me puso en la carretera, yo mientras calmaba mis nervios lo único que hice fue llorar un poco más y acostarme en todo el centro de una de las vías más importantes de Palermo.


Luego de no recuperar movilidad en mi pierna, me tocó esperar la ambulancia… ¿alguna vez se han montado en una? Tenía una mayor expectativa, pero resulta de lo más normal, aunque quizás un poco mareador.


Di un tour por todo el pueblo hasta llegar al hospital y de ahí luego de descartar posibilidades negativas en mi salud, nos tocó con mi amigo devolvernos para Neiva, ahora con una diferencia, juntos cojos, con los jeans rotos, sin la torta y con vacaciones forzosas por un par de días.


Llegamos a casa más temprano de lo que imaginamos, me tocó felicitar a mi madre por celular y descansar hasta poderme movilizar sin ayuda.


¿Alguna vez han tenido algún día salado? ¿de esos en que todo se voltea al revés y parecen de película? Si no lo has tenido, prepárate porque en cualquier momento llegará.



 
 
 

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