La felicidad es un acto de rebeldía
- El Bloh
- 26 jun 2019
- 4 Min. de lectura
Estoy segura que todas las personas hemos leído o escuchado alguna de estas frases de moda como: "amor propio" "ámate como eres" "sé feliz" "no importa lo que digan los demás" podría continuar y apostaría a que muchas de ellas ni siquiera las hemos escuchado o leído de alguien que conozcamos, sino más bien de todo el contenido digital por el que estamos siendo bombardeados a cada segundo de nuestras vidas. Y claro, esto no tiene nada de malo. Al contrario, son mensajes muy motivadores pero, ¿son reales? ¿eso es lo que necesitamos para estar motivados? ¿ver una foto en IG de una "influencer" y creer que el "amor propio" lo vamos a conseguir cuando logremos "vernos" igual que ella o él?
Pues si aún no sabemos la respuesta aquí creo tenerla: ¡NO! no vamos a ser felices porque nos compremos el último Iphone o porque posteemos todos nuestros viajes, cenas, fiestas y reuniones. No vamos a ser feliz si seguimos tratando de darle gusto a lo que es socialmente correcto, porque claro, según la sociedad lograremos ser “felices” cuando: tengamos un buen empleo, una pareja estable, cuando podamos darnos "gustos"... ¿por qué aún seguimos creyendo que eso nos llevará a la felicidad? ¿por qué queremos seguir complaciendo a los demás? ¿por qué seguimos escuchando a la sociedad si al fin y al cabo es la más incoherente?
Esta semana vi en Twitter y Facebook una imagen que decía: “si pudieras cambiar algo de tu niñez ¿qué sería?” y muchas de las respuestas que leí fueron muy lindas y tristes a la vez porque pude ver obviamente como la educación en nuestra infancia nos marca.
En general lo que la mayoría quisiera cambiar es el hecho de que nos educaron para complacer al otro. No importa quién.. amigos, familia, pareja, trabajo etc. Nos educaron con las premisas de “Salude, no sea mal educado” -cuando veíamos a un familiar que ni idea teníamos que existía- “¡callate, no seas imprudente” -cuando algo no nos gustaba- “no digas eso” -cuando sabemos que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad-. Desde entonces fueron reprimiendo todos nuestros sentimientos y pensamientos.
Ahora, nos piden que digamos todo lo que sentimos pero con las mismas premisas falsas como: “la verdad duele” -o sea, una vez más: “cuidado cómo dices las cosas”- ¿que la verdad duele? ¡no, la verdad no duele! pero crecimos oyendo eso y nos tragamos el cuento.
Pero ahora que hemos crecido y que a pesar de subir las fotos a Facebook, Instagram, Twitter y todas las redes sociales y hacer lo que se supone nos llevará a conseguir la “felicidad” y nos damos cuenta que eso que la sociedad nos ha dicho no es cierto nos vemos urgidos por encontrar la verdad, no con los demás, sino con nosotros mismos... pero no sabemos decirla, hemos aprendido a mentirnos tan bien que llegamos hasta a acostumbrarnos ¿o me vas a decir que no has sentido que quieres salir huyendo de algo que no te gusta, pero te has quedado ahí porque te da miedo lo que pueda pasar? ¿cuántas veces hemos negociado nuestra felicidad por complacer al otro? ¿cuántas veces hemos dicho ‘sí’ aun cuando en el fondo sabíamos que lo que queríamos decir era ‘no’? ¡muchas! yo sé que muchas, porque me ha pasado y solo cuando empecé a hablarlo entendí que no era solo yo.. porque claro, las muchas veces dije sí queriendo decir no, me sentía culpable y triste pero me autoconvencía que era porque no le estaba poniendo “voluntad” ¿voluntad? ¡no! es que si uno no quiere hacer algo no lo debe hacer y ya. Solo tenemos una vida y pasa muy rápido para estarse sintiendo culpables por no hacer lo que realmente queremos.
Y claro, sé que a veces también es complicado encontrar lo que realmente queremos hacer, pero creo que el primer paso es dejar de hacer lo que no nos gusta, porque el día que uno deja de nadar contra corriente comenzaremos a fluir y a permitir que nuestro niño de 4 años que un día quiso decir: “¡no quiero porque no me siento bien, es algo que no me hace feliz!” diga “hoy haré lo que me haga feliz”.
Y así, un día a la vez nos vamos dando cuenta que lo “socialmente correcto” ya no importa porque al final de cuentas lo que siempre va a importar es que nosotros estemos bien. Por favor dejemos de pensar que renunciar a todo, a los demás, incluso a familiares es un acto egoísta y comencemos a considerar eso como un regalo que le estamos dando a los demás. Pues el día que uno se encuentra con uno mismo y deja las luchas internas pendejas que nos hemos creído por tanto tiempo, podremos darle al otro de nuestra propia felicidad. Pero primero tenemos que estar bien en lo individual para poder compartir con el otro.
Por eso para ser felices hay que ser rebeldes, olvidarnos de querer agradar a todo el mundo, romper alguna “regla” que nos ha impedido dejar fluir a nuestro ser verdadero, olvidarnos de querer pretender ser un influencer “con una vida perfecta” ¡que no existe! y simplemente hay que dejar ser a nuestro ser, sin culpas por decir no, no quiero o por decir sí, me equivoqué.
Comments