Llamado de atención
- El Bloh
- 3 jun 2019
- 4 Min. de lectura
Hace tres semanas, mientras esperaba un vuelo para regresar a casa, me entretuve mirando pasar parejas, familias, grupos de amigos. La mayoría lucían felices, o así lo quise asumir, ya que había sido un fin de semana festivo. Creo que estuve 15 minutos en mi tarea de admirar en silencio a las demás personas, hasta que mi celular sonó y me sacó bruscamente de mi mundo imaginario. Vi la pantalla, era un número desconocido, dudé en responder, además no estaba esperando ninguna llamada,y no tenía muchas ganas de hablar con alguien. Pero insistieron, por lo tanto decidí contestar. Al otro lado de la línea me preguntaron si prefería hablar en español o en inglés pues me llamaban del consultorio de mi médico y necesitaba que entendiera perfectamente lo que tenían para decirme.
La enfermera empezó a explicarme que algunos de los análisis de rutina que me habían hecho no habían tenido el resultado deseado, así que tendría que ir nuevamente y hacerme exámenes más exhaustivos, entre esos una biopsia, para descartar definitivamente cualquier enfermedad. Desde entonces he estado tratando de mantener mi mente ocupada y pensar que todo va a salir bien. Pero estando en esta situación ha sido imposible dejar de cuestionarme un montón de cosas sobre la vida y el cómo la he estado viviendo. Estoy en modo: crisis existencial.
Tengo 24 años y en dos semanas me podrían diagnosticar alguna enfermedad. Lo más probable es que todo esté bien y que éste sea tan solo un llamado de atención para revisar cómo he estado viviendo y conviviendo con mi cuerpo. El único cuerpo que Dios, la vida y el universo me han dado para recorrer esta aventura. Y aunque siempre he luchado contra la apariencia de mi cuerpo (como siempre lo hacemos los humanos), el hecho de haber oído que posiblemente tenga ‘cáncer’ me hizo reconsiderar absolutamente todo acerca de este tema.
Finalmente ayer tuve mi examen, y mientras estaba acostada en la camilla esperando a que mi doctora entrara, mi mente viajaba por lugares muy distintos al lugar en que se encontraba mi cuerpo, no sé dónde, pero estaba ausente. Cuando ella ingresó tuve mucho miedo, y cabe mencionar, que esa palabra es prácticamente inexistente en mi vida, creo que no me da miedo casi nada. Mis amigos podrían decir más bien que no mido las consecuencias y es algo que tal vez sea cierto, pero si pensara mucho en las consecuencias, muy seguramente nunca me hubiera atrevido a hacer cosas que me han dejado experiencias maravillosas y de las cuales no me arrepiento. En fin, después del examen, me sentí supremamente sentimental porque he estado viviendo lejos de casa durante dos años, en un país donde la cultura es tan marcada que por primera vez, en toda mi vida me sentí sola.
Cuando llegué a mi “casa” las lágrimas rodaban por mis mejillas incontrolablemente. Trataba de calmarme y pensaba que estaba haciendo esto más grande de lo que realmente era. Literal me sentía haciendo ‘puro show’ porque en realidad aún no ha pasado nada, y sí, el examen fue doloroso, pero en el fondo sabía que no lloraba por eso. Lloraba porque necesitaba a alguien a mi lado que me abrazara, me mirara a los ojos y me dijera que todo iba a estar bien, pero no tenía en ese momento a nadie. Viviendo sola y lejos, lejísimos de mi casa he aprendido muchas cosas y desaprendido otras tantas. Entre esas a ser valiente. Así que respiré hondo, empecé a analizar lo que estaba pasando, hasta que por fin salí de mi estado de shock y pensé: “esto realmente me esta pasando y debo afrontarlo”.
Cuando estaba más tranquila, encendí mi computadora y comencé a googlear acerca de este tema. Descubrí que a nivel mundial, anualmente son reportados 490.000 nuevos casos de cáncer de cuello uterino y que más de 270.000 mujeres mueren a causa de esta enfermedad cuando no es tratada a tiempo. Leí tantos artículos e historias sobre el tema y con cada una de ellas iba reaccionando a cosas que remotamente antes había oído, pero de esas que uno cree que ‘NUNCA’ le van a suceder a una. Pues bueno, el karma del ‘nunca digas nunca’ me había llegado. Fui descuidada con mis exámenes médicos y siempre los posponía porque ¡claro! a mi nunca me podría pasar algo así. Y aunque no es una excusa tengo que agregar que el hecho de venir de una cultura latina donde hablar de cualquier tema relacionado con la sexualidad aún es un dolor de cabeza, afecta la manera en la que asumimos este tema. Sumado a eso, vengo de un país en vía de desarrollo con pésimos servicios de salud, lo que explica también por qué en sudamérica es donde se registran una de las cifras más altas de muertes a causa de cáncer de cuello uterino.
No sé si triste o irresponsablemente a mis 24 años (tarde) me hice mi primera y famosa ‘citología’ -Papanicolaou- siempre le había huido a ese examen por el montón de tabúes que tiene y ahora pienso ¡hombre ya no más! ¡ya es hora de dejar la bobada con los tabúes respecto a todo lo que tiene que ver con el sexo y la sexualidad! y ¡sí, es un examen incómodo, pero ¿qué más da?, es por nuestra salud! ¡son nuestros cuerpos! además de todo, ¡necesitamos que los demás dejen de “opinar” acerca de las decisiones que tomamos con nuestros cuerpos y vidas!.
No me quiero alargar más con el tema, pero como siempre, quise compartir con ustedes lo que me esta pasando, porque muchas veces creemos que es algo que SOLO nos va a pasar a nosotras y ya. y NO es así, todas y todos tenemos la misma posibilidad de enfermarnos. Y no tiene nada de malo. La vida es tan frágil que hoy estamos y mañana no sabemos, pero mientras estemos vivos y aunque sea difícil muchas veces, siempre habrá manera de solucionar las dificultades. Mi invitación es a cuidar de nuestro cuerpo. El único que tenemos para vivir esta vida y cumplir nuestros sueños y anhelos. Y creo que lo más importante: ir dejando de un lado los tabúes y los prejuicios sociales que tanto daño nos hacen.
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