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¡Al carajo los kilómetros!

  • Yanyi
  • 9 abr 2016
  • 5 Min. de lectura

¿Crees en el amor a distancia? ¿Serías capaz de tener una relación donde tú pareja y tú sean separados por cientos de kilómetros? ¿Podrías aguantar ver a la persona que amas cada dos o tres meses? Son preguntas muy comunes que tal vez para algunos serían fáciles de responder y para otros no tanto, es algo subjetivo.

Hasta hace algún tiempo mis respuestas para estos interrogantes serían un no, siendo sincera nunca creí en este tipo de relaciones, y no solo por la cuestión de la fidelidad, que creo que es uno de los mayores miedos que tienen las parejas, no puedo negar que es algo muy importante, demasiado, pero no lo único; yo decía que un sentimiento no podía nacer y mantenerse de solo palabras, promesas e ilusiones, el contacto físico juega un papel importantísimo, ¿cómo amar a alguien que no puedes tocar?

Desde hace más de un año ese pensamiento cambió, no sé cómo ni por qué, o bueno, sí lo sé, tal vez fue su forma de hablar, de hacerme ver las cosas desde otra perspectiva, de convencerme de creer y de dejar el miedo, ese positivismo, esas ganas de darlo todo para que las cosas salieran bien, enseñarme que el que arriesga no pierde nada y el que no arriesga ya es un completo perdedor, y por supuesto sus ‘tácticas de conquista’ le ayudaron mucho. Si, decidí aventurarme, experimentar y tratar de creer, inicié una relación a distancia.

Desde que di el sí mis días y noches cambiaron; no hay nada más hermoso que despertar cada mañana y que tu primera sonrisa del día sea gracias a un pequeño mensaje de buenos días, deseándote la mejor de las mañanas, en serio, no se querrán imaginar la cara de boba que pongo al leerlos; tal vez sea un poco exagerada pero cada ratito veo mi celular sólo con la ilusión de tener un mensaje suyo, y lo gracioso es que cuando menos lo espero me sorprende con mensajitos de la nada, diciendo lo mucho que me ama, preguntando por mi día o simplemente para enviarme un adorable besito, a eso yo lo llamo ‘pequeñas capsulas de felicidad’; claro está, no sólo son textos, esas llamadas que te alegran el día son lo mejor, escuchar su voz, su respiración y sentir tan cerca esos pequeños suspiros cuando dice que me extraña, que es feliz a mi lado, que me ama..

Siempre hago lo posible por llegar a casa temprano ya que todas las noches tengo una cita, no importa la hora, el clima, si es día festivo, miércoles, o incluso si tengo mucha tarea, todo puede esperar con tal de poder conectarme en Skype y verme con él, nunca antes había amado tanto las video llamadas, incluso, nunca las usaba; ver su rostro cada noche así sea por 10 minutos acelera mi corazón y vuelvo a poner mi cara de boba, sólo que esta vez él puede verla; en varias oportunidades la gente me pregunta: ¿de qué hablan tanto? ¿de dónde sacan temas de conversación si todo el día hablan por mensajes? Yo digo: -no lo sé, sólo hablamos de lo que sea, desde la noticia del día, hasta lo despeinada que luzco en ocasiones, es muy grato tener con quién hablar de cualquier tema y no tener que sufrir por “dejar morir la conversación”. Cuando hablamos todo el tiempo nos estamos riendo, afortunadamente tenemos el mismo sentido del humor, siempre salimos con bobadas, locuras y chistes con tal de hacer sentir al otro bien a pesar de lo duro que haya sido su día, por momentos creo que somos igual de bobos y por eso nos entendemos tan maravillosamente.

Una de las cosas que disfrutamos es el hacer los planes para nuestro añorado encuentro, escoger la fecha es difícil, él trabaja y tiene muchas responsabilidades así que hay que elegir muy bien; lo más terrorífico es buscar en mil y una página de viajes el vuelo, ya que a veces están agotados o son muy costosos, esos son nuestros dolores de cabeza, pero es algo que hacemos llenos de ilusión; luego de ello solo queda contar los días y horas para poder tenernos el uno al otro.

Continuando con la video llamada, amo cuando me canta y pueda que no lo haga muy bien, él lo sabe y yo igual, el amor no me hace sorda, pero esas serenatas personalizadas son lo máximo, y mucho más cuando se equivoca o no se sabe la letra, eso le da un toque cómico pero aun así no deja de ser romántico. Yo también le canto, y sí, tengo una melo-odiosa voz como él mismo lo dice, pero con amor hasta “los pollitos dicen” suenan bien.

Hay noches en las que hablamos con un ojo abierto y el otro cerrado, cuando ya no podemos del cansancio por el día de trabajo o la universidad, casi siempre debemos madrugar al día siguiente, pero no importa, no hay mejor satisfacción de dormir y que el ultimo rosto que veas y la última voz que escuches sea la de la persona que amas.

Claro está, todo pinta divino y perfecto, pero como toda relación hay peleas y problemas, es horrible cuando discutimos y pasamos horas sin hablar, ahí es cuando más intensa me pongo y empiezo a ver su perfil cada tres minutos, pero digamos que lo “bueno” es que no pasamos más de un día enojados, pero esas 24 horas para mí son eternas.

Yo creo que lo más frustrante es cuando alguno de los dos pasa por algún mal momento, sea de salud, en la oficina o universidad, en ese instante es que empezamos a odiar muchísimo la distancia; también cuando llegan fechas especiales como cumpleaños, aniversario, navidad, día de los enamorados y muchas otras más, se siente una gran impotencia, desespero y nostalgia, pero no queda más que el apoyo mutuo, ser pacientes y no perder la fe.

Lo más super-hiper-mega maravilloso es cuando llega el tan anhelado día, cuando nos vemos, cuando por fin luego de tanta espera los planes se hacen realidad; tenerlo enfrente es una de las sensaciones más gratificantes, bellas y tranquilizantes para mí, poder sentir su calor con un fraternal abrazo, entrelazar nuestros labios con un dulce beso, entregar y sentir ese amor, esas ganas de estar juntos; y no, no sólo es un encuentro físico, es por fin unir nuestras almas que tanto claman la una por la otra. Esos pocos días que pasamos juntos aprovechamos al máximo cada momento, cada instante, los amaneceres, la luna, la brisa, la lluvia, todo, absolutamente todo...

Lo peor parte de sus visitas es cuando tengo que despedirlo, odio los aeropuertos, odio tener que ir a ver como se aleja de mí, saber que ese día será el último abrazo, el último beso que le daría en mucho tiempo, que entre lágrimas deba decirle hasta pronto; lo único que deseo en ese momento es que el tiempo pase rápido para volver a tenerlo conmigo.

Gracias a él descubrí esa parte de mí que no conocía, esa chica cursi, romántica, celosa, intensa, esa que da lo que se sea por ver feliz a esa persona, -él-, esa que es capaz de esperar y luchar por lo que se ama, -él-, sencillamente lo amo, lo amo infinitamente.


Con amor, para él.




 
 
 

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