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Cuando el querer te cambia

  • Mar.
  • 12 abr 2016
  • 2 Min. de lectura

Ilustración de: Soledad Voulgaris

¡Hoy es viernes social! Sería una frase mía en un viernes normal. Amigos, fiestas y alcohol, en eso se habían convertido todos mis fines de semana, y bueno… las semanas completas también. Hoy me detengo a repasar esos momentos y pienso en lo mucho que los disfruté y aunque hubo más de un día que amanecí con guayabos brutales, y ni que hablar de aquellos guayabos morales que me hacían querer meter la cabeza dentro de la tierra por siempre, sé que valieron la pena para aprender.

Y los recuerdo porque aunque no hayan desaparecido del todo de mi vida, ya no son ni mi prioridad ni lo que más quiero, pero todo esto tiene una razón que tiene nombre y apellido que obviamente no se los voy a decir; pero, lo que sí quiero compartir con ustedes es todo lo que he cambiado desde que esa persona está en mi vida.


Como a mí solo me interesaba estar de rumba, así mismo era la más incrédula con el amor y esto es porque básicamente “amor” es algo tan subjetivo que aún no sé si sea la palabra indicada para llamar al querer; pero bueno..., esta discusión no viene al caso, el hecho es que en aquella época, me centraba en decirle a todo el mundo que el amor no existía y que ¡qué pereza!: andar amarrado a alguien y enamorarse porque yo era ¡un alma libre y feliz!, jaja. Y bueno, han escuchado ese dicho: “la lengua, es el peor azote del cuerpo” pues eso, que uno no decide ni cuándo, ni dónde y mucho menos quién llega a nuestras vidas.


Solo con los años y con el tiempo vamos entendiendo que todo tiene una razón de ser. Y aunque en muchas ocasiones nos empeñemos en llevarle la contraria a la vida, al final todo termina en el lugar que corresponde. Por ejemplo, duré mucho tiempo negándome en salir con la persona con la que hoy me siento feliz, pero sé que de otro modo las cosas no hubieran llegado a ser lo que hoy son.


También sé que uno nunca vuelve a ser el mismo, que todos los días nos enseñan algo y que aprendemos aún más cuando encontramos a alguien que nos hace descubrir facetas de nosotros que no conocíamos, que todos los cambios son diferentes y necesarios, que algunos son buenos y otros no tanto, que unos nos hacen felices y otros duelen, pero enseñan y que el querer te lleva a ver las cosas de otra manera. Que aunque no sepas si va a durar un mes o una eternidad, es necesario saber que vale la pena arriesgarse por lo que queremos. Que todo lo que hagamos nos deja enseñanzas y por supuesto cambios que nos hacen crecer.


En mi el querer cambió las noches eternas de rumba, por noches de tranquilidad conmigo y con las personas que quiero. Solo sé que al final, todo acto hecho con sinceridad es meritorio de recompensas, por eso quiero invitarlos a querer infinito y sin límites, y no solo a alguien, sino a todas las personas que los rodean y también a todas las cosas que realicen porque esto definitivamente te cambiará la vida.




 
 
 

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