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Colorida adicción

  • Yanyi
  • 16 abr 2016
  • 5 Min. de lectura

Todo comenzó a los 16 años… bueno yo creo que más bien fue como a los 13 o 14 años; era muy niña y aún estaba en el colegio… lo deseaba intensamente, me generaba mucha curiosidad, quería experimentar así me arrepintiera tiempo después, eso no me importaba, yo sólo soñaba con hacerlo. ¡Quería tintúrame mi cabello!

Siempre he sido muy relajada en cuestiones de belleza y la apariencia física, es más; yo creo que iba a ser hombre porque soy de esas chicas que no se saben maquillar, peinar, pintar la uñas y ese tipo de cosas que generalmente hacen las mujeres, lo único que me encanta y lo hago con mucho gusto es cambiar el color de mi cabello, adoro hacer eso, no importa lo que sufra el pobre y lo aburridor que sea, simplemente los disfruto.

Todo empezó así:

Tinte 1; rojo violeta:

Yo tenía 16 años, mi cuñada sería la que me tinturaría el cabello, ella no era estilista pero más o menos tenía una pequeña idea del tema, yo aún no sabía de qué color, le dije a mi prima de 11 años que fuera y me comprar un tinte, me preguntó -¿cuál? y yo le dije: -cualquier rojo; al llegar me pasó lo que compró y el empaque decía: rojo violeta, no tenía ni idea cuál era, pero confié en el gusto de mi primita, repito: yo sólo quería pintarme el cabello.

Todo iba muy bien, pasó el tiempo necesario y me lavé para quitar la pintura, estaba super emocionada, casi no se notaba muy bien el color por la humedad del cabello, entonces mi cuñada me lo secó y… ¡voilà!… al verme al espejo mi cara fue de: ¡¿qué vaina es esta?! ¡¿Qué le pasó a mi cabello?! Las puntas eran rojizas, se podría decir que hasta bonito, pero la raíz, ¡oh por Dios! Era completamente fucsia, se veía horrible, no sabía qué hacer, pero no estaba enojada, luego de unos minutos me dio un ataque de risa, que luego pasó a ser una risa nerviosa, pues no sabía cómo carajos remediar eso, y ni mi mamá ni mi cuñada sabían qué hacer. Al día siguiente fuimos la chica que vendía los tintes fue a mi casa y medio arregló el bendito daño.

Tinte 2, negro azul:

Habían pasado dos meses desde el fiasco del rojo violeta y estaba aburrida de ese color, se caía muy fácil y el pelo me crecía muy rápido, la raíz aparecía en un abrir y cerrar de ojos. Ya quería otro color, así que de nuevo mi cuñada a tinturarme y mi prima a comprar el tinte, en esta ocasión si le dije que color quería, negro azul; éste tinte por obvias razones salió a la perfección.

Tinte 3, iluminaciones perlas:

Esperé 2 años a que se me cayera el color negro que me había aplicado, sólo porque me picó el bichito de ser rubia, me tocó hacer muchas cosas para que se fuera rápido, una de ellas fue cortarme el cabello, lo tenía a la mitad de la espalda y con tal de acelerar la caída me lo corté hasta más arriba de los hombros.

Ya con el cabello casi que “virgen” sin rastros del tinte negro mi querido y adorado primo, que sí es un profesional en el área me hizo unas hermosas iluminaciones, de las cuales todos quedaron enamorados.

Tinte 4, rubio dorado cenizo:

Ya no se me notaban las iluminaciones y quería tenerlas de nuevo, entonces mi adorada cuñada hace su aparición y me tintura; esa tarde fue bastante dolorosa, me sacó los mechones usando gorro, pues no sabía hacerlos con papel aluminio, como lo hizo mi primo la primer vez, de verdad duele, es incómodo, extenso y muy aburridor, noté que me hizo bastantes, pero no dije nada, me aplicó el blondon, pasaron los minutos y me lavé el cabello, se notaban bastante, mucho, demasiado, era hartísimas iluminaciones, el paso a seguir era aplicar el tinte rubio dorado cenizo, -una recomendación de ella- para que quedaran las iluminaciones de ese color, meses atrás cuando mi primo me las hizo aplicó el tinte en todo el cabello así que yo le dije a ella que hiciera lo mismo y así lo hizo; cuando se me secó el cabello… vuelve y juega, una sorpresa que me generó un ataque de risa y a mi mamá un dolor de cabeza, ¡estaba completamente rubia! –en realidad eso era lo que quise desde el principio- pero no me imaginé que iba a pasar, pero bueno, me quedé así, fui accidentalmente rubia y me gustó.

Tinte 5, mechas californianas azules

Ya casi cumplía un año de estar rubia y ya me había aburrido, quería algo loco y diferente, en ese entonces estaba muy de moda las llamadas mechas californianas pero no sabía quién las hacía y no tenía dinero para para un buen estilista, de tal manera que… ¡adivinen!... ¡si! Mi cuñadita alcahueta fue la elegida, ella no tenía ni idea de qué era y mucho menos como se hacían, fue entonces que acudimos al amigo YouTube y sólo con ver unos cuantos tutoriales ya estábamos listas para mi cambio de “look”. Todo salió aparentemente bien, lo único que me aburrió fue que terminamos bañadas en tinte azul, las manos, la ropa, la cara hasta objetos de mi casa quedaron manchados, quedé súper contenta con mis hermosas mechas californianas azules.

Tinte 6, creo que era chocolate

Pues sí, me aburrí de las mechas esas, ¡ay! Me tenían harta, no sólo porque ese azul terminaba siendo verde y porque además debía aplicarme en la raíz el tono rubio y eso era un complique, constantemente debía tinturarme y ya mi cuñada no podía, me tocaba hacerlo como pudiera. Ya estaba por entrar a la universidad y no quería estar con el cabello así, entonces decidí deshacerme de esos colores, quería tener el cabello negro y ya no tinturarme en años, pero no me dejaron, porque supuestamente luego me daría por quererme pintar de otro color y no se iba a poder, así que me tocó aplicarme un tono chocolatoso, me gustó.

Tinte 7, castaño oscuro

Ya cansada de tanto tinte quería oscurecerlo más, ese tono chocolate se convertía en rojizo y me aburrió, para esa fecha volví a insistir con el negro pero no, nada, no me dejaban, así que me tocó un castaño oscuro; éste me lo aplicó un amigo de la familia, pero ¡qué horror! Lo dejó horrible, tuve que volver a tinturarme, esta vez fue mi mamá, pero no quedó bien, entonces acudimos a mi cuñada, me picó el bichito de ser rubia de nuevo, pero debía empezar de nuevo con iluminaciones, así que me las hizo pero el gorro se movió y se me manchó el cabello, el blondon hizo desastres, tocó acudir al castaño oscuro para tapar esa catástrofe, en esa ocasión en 4 días me apliqué 5 tintes, ya se imaginarán como me quedó el cabello, ya no quería saber de tintes.

Tinte 8, ¡adivinen qué color!

Luego de 6 meses de esa horrorosa experiencia llegó mi querido primo estilista y me dijo: -quiero tinturarle el cabello, quiero verla rubia obviamente no lo pensé dos veces y dije que sí, me hizo algo que no conocía, unas balayage, son muy similares a las iluminaciones y me encantaron, en este momento las tengo, claro que ya no tan bonitas, pero las quiero de nuevo, la verdad quiero ser rubia de nuevo, y sé que muy pronto lo conseguiré.

Sí, estoy loca, me lo han dicho muchas veces, pero es algo adictivo no sé, me encanta cambiar y en ocasiones sé que son cambios un poco bruscos, pero no importa, seguiré haciéndolo hasta que me aburra, aunque ya me he aburrido muchas veces y aun así continuo y continuaré.


 
 
 

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