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Quiéreme como soy o no me quieras

  • Mar
  • 2 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Mucho, pero mucho me costó entender que una no está en este mundo para complacer a los demás. Que las personas están con nosotros porque quieren y porque se sienten a gusto con nuestra compañía. No es necesario cambiar solo para que los demás estén bien y aunque tarde lo entiendas, aprenderás.


Amo El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, sus frases me parecen perfectas para varias ocasiones. Hoy quiero citar esta: “Él se enamoró de sus flores, no de sus raíces y en otoño no supo qué hacer” porque muchas personas se enamoran de lo que somos al principio, o no exactamente de eso, sino de la impresión que ellos se llevan de nosotras en un comienzo, por eso luego no son capaces de enamorarse de nuestros demonios, de nuestra mente despeinada.


Ilustración por Sara Herranz

A esas personas solo queda una cosa por decirles: ¡Gracias! Si, muchas gracias, gracias por no quedarse en nuestras vidas, por demostrar que solo en los buenos momentos les somos útiles y gracias porque son ustedes quienes nunca verán la mejor parte de nosotros, y no porque no se la merezcan sino, porque no tuvieron la manera de conocerla, no soportaron indagar nuestro interior. De todas maneras hay que aprender a diferenciar entre las personas que se van porque quieren y las que van porque no saben cómo quedarse, en este post me refiero a las segundas porque las primeras son sinceras y las segundas ni siquiera saben serlo con ellas mismas.


El mundo da tantas vueltas que no sabemos cómo ni quién terminará dentro o fuera de nuestras vidas y lo mejor o peor de esto es que puede pasar en un santiamén, y créanme esa es una de las cosas más lindas de la vida, que te sorprende, te sacude o a veces te premia, pero siempre dejándote enseñanzas de cada una de las aventuras que pone en tu camino. Hoy estoy aprendiendo que no debemos aferrarnos a nada ni a nadie, que en estos tiempos de locura y vivir a mil, todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Por eso, es importante tratar de mantener nuestra alma y esencia intactas pues si tratamos de cambiarla por complacer a los demás lo único que lograremos es abandonarnos y eso, eso jamás debe suceder. Por eso quien se quiera ir, que se vaya, pues la vida no nos da lo que no necesitamos.


Lo cierto es que a lo largo de nuestras vidas vamos conociendo muchas personas que quizás aportan mucho, poco o nada, pero siempre llegan a enseñarnos algo. Que aunque a veces no entendemos de entrada por qué suceden los hechos, con el tiempo entenderemos que Dios (o la naturaleza) no comete errores y que más que tristeza o arrepentimiento por lo que fue y lo que se va, debemos sentir gratitud porque todo lo que nos ocurre tiene un propósito, casi siempre es para hacernos más fuertes, pero sobre todo, para hacernos crecer y ser mejores.


A todas las personas que llegaron a mi vida y se enamoraron de mis flores y no de mis raíces, gracias porque de ustedes aprendí que la vida a veces no te da segundas oportunidades y que aunque suene cliché, muchas veces el que quiso cuando pudo, no podrá cuando quiera, pero ni por todo esto hay que dejar de ser por los demás, por eso yo no pido disculpas por ser como soy.




 
 
 

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