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Mi primer orgasmo

  • Foto del escritor: El Bloh
    El Bloh
  • 27 may 2019
  • 3 Min. de lectura

No fue en una noche romántica, de estas que estamos acostumbrados a ver en las películas. No ocurrió con el primero ni mucho menos con el segundo hombre con el que estuve. No fue ni siquiera con el que llamé alguna vez “el amor de mi vida”. y sucedió por primera vez mucho tiempo después de haber perdido mi virginidad. Pero pasó con el hombre perfecto. Perfecto porque a diferencia de mis otras parejas sexuales me llevó a vivir las sensaciones más placenteras que una mujer pueda experimentar.

Vengo de una sociedad machista donde los tabúes nos han hecho pensar que la responsabilidad del placer es netamente del hombre y para el hombre. Que si las mujeres disfrutamos estamos “pecando” y si queremos probar nuevas cosas nos pueden llegar a tildar de ‘bandidas’, ‘putas’, ‘calentonas’ y todos la terminología xxx que se puedan imaginar.


No recuerdo haber tenido esta conversación con mi madre, lo que me parece una falla; aunque ella es muy respetuosa con mi visión ‘open mind’ hacía la vida, sé que los temas sobre la sexualidad no son algo que ella disfrutaría tener conmigo. Y eso lo respeto y sobre todo, lo entiendo porque ella creció en otra generación, rodeada de un mundo aún más machista del que tenemos ahora. Tal vez alguna vez conversé de este tema con mi hermana, aunque sinceramente ya lo olvidé. Pero sí recuerdo, haberlo hecho con mis amigas. Con ellas las conversaciones hacia este tema siempre fueron más profundas, pues hablábamos ‘sin tapujos’, hacíamos preguntas si teníamos dudas, e incluso leíamos sobre la sexualidad femenina. También comentábamos cosas como:¡tener sexo es delicioso!


¿Delicioso? sí, es delicioso, pero durante mucho tiempo estuve creyendo que tenía buen sexo. Y no era así. No estaba ni siquiera cerca de disfrutar del clímax, ese que en pocos segundos te hace sentir el placer más carnal que puedas experimentar. Que en segundos te puede hace olvidar, incluso que existe un mundo real.


Mi primera vez fue tan irrelevante que mantuve la idea que eso era tener sexo, un poco del juego previo, unos besitos apasionados y luego la penetración. Y claro que sentía placer y quería más y más, hasta llegar al orgasmo del que todos hablan, pero no lo conseguía. Tal vez porque no conocía mi cuerpo tan bien como lo hago ahora, o quizás porque mis ex parejas sexuales eran demasiado egoístas como para pensar en mi satisfacción. O porque en algún momento, en mi afán por sentirlo me autoprecionaba y lo único que hacía era que mi mente se bloqueara y claramente ¡eso no funciona! Así que me frustré mucho. Tuve momentos de mi vida en los que tener sexo ya no significaba nada. Me sentía resignada y aunque suene dramático pensé que nunca iba a poder tener un orgasmo.


Hasta que conocí a este hombre que me hizo experimentar el mejor placer de mi vida. Sé que no fue solamente él. Fue el hecho también de haber empezado a aceptar mi cuerpo tal cual es, dejar las inseguridades y miedos que de algún modo cargaba conmigo de mis relaciones anteriores. Olvidarme por completo de los tabúes con los que había crecido. todo eso, sumado a la química que sentimos desde el primer beso y la confianza que nos daba estar cerca el uno del otro. Fueron además sus caricias suaves pero que me dejaban ver su deseo. Sus manos recorriendo todo mi cuerpo, él susurrándome al oído lo mucho que yo le atraía… así que simplemente disfruté el momento.. me dejé llevar por completo y ¡BAM, tuve mi primer orgasmo! ¡Qué maravilla, por fin! había logrado tener ese momento de placer que había estado deseando durante tanto tiempo. esa sensación que me hizo sentir extasiada, viva y que recorrió eléctricamente todo mi cuerpo. Ahora sí podía entender de lo que se trataba y el por qué es tan importante tener una buena pareja sexual, pero sobretodo y aunque suene ‘cliché’, CONOCERNOS.


Y conocernos a nosotras mismas significa convertirnos en mejores amigas de nuestros cuerpos, porque todo esto también hace parte de un proceso de sanación, chicas, ¡toquémonos! encontrar nuestros puntos más sensibles, saber la forma en la que más podemos llegar a sentir placer, también hará que podamos transmitirle eso a nuestras parejas sexuales, lo que nos gusta y lo que no. No estamos pa tener una vida de mal sexo, si por el contrario, lo que podemos hacer es tener una vida llena de placer.



 
 
 

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